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POSVERDAD, REDES Y REFUGIOS VISUALES

Me paso buena parte del día mirando imágenes. Algunas por trabajo, otras por costumbre, muchas por inercia. Abro Instagram, paso historias, me cruzo con memes pixelados, ilustraciones, frases motivacionales, videos que ya vi en TikTok y capturas de tweets que probablemente ya leí en Twitter. Todo junto, todo revuelto.

🕸️ Cada red impone su forma de mirar.

Instagram nació como una red visual, estética, donde importaban los encuadres, los colores, las composiciones. Pero todo fue mutando, hoy las plataformas se contaminan entre sí y todo empieza a parecerse. Ya no se diseña para un medio, se recorta y se adapta lo mismo para todos. Y si algo funciona, se reproduce sin freno.

Ese contagio también afecta a lo visual. Herramientas como Canva estandarizan tanto los formatos que terminamos adaptando nuestras ideas a las plantillas, en lugar de pensar plantillas que respondan a nuestras ideas. Todo empieza a verse igual. El diseño pierde potencia expresiva, pero gana velocidad. Gana accesibilidad: no hace falta saber diseñar ni depender de otra persona. Gana inmediatez: el resultado está listo en minutos. Gana comodidad: basta con arrastrar y soltar.
Pero ¿a qué costo?

👅 Memes, el lenguaje dominante.

A simple vista, los memes parecen imágenes sin diseño. Tipografías “fantasía”, resoluciones bajas, composiciones mínimas. Pero en su lógica hay una potencia enorme: logran comunicar con claridad, rapidez, efecto, y nos causan gracia. En eso también hay diseño, aunque no se parezca al que solemos valorar desde lo estético.

Tal vez al principio no fue una decisión adrede, pero terminó construyendo una identidad visual propia. Accesible, replicable, reconocible. Un lenguaje visual que no prioriza la forma, sino el mensaje. Los memes tienen su propia gramática: no solo en lo que dicen, sino en cómo lo dicen. Hay un lenguaje visual propio, con códigos compartidos, formatos repetidos y convenciones que todos entendemos casi sin pensarlo. Y si el objetivo del diseño es comunicar, ¿no estamos frente a un ejemplo claro de «buen diseño» camuflado?

Porque al final, ¿qué es el buen diseño? ¿Una grilla ordenada, una paleta cuidada? ¿O un recurso visual que logra que un mensaje sea pregnante, recordable y efectivo? Quizás los memes nos enfrentan a esa contradicción: creemos que no son diseñados, cuando en realidad lo son. Un diseño y un mensaje que entendimos todos, sin manual de instrucciones.

🛍️ Influencers, marcas y confianza visual.

Otra gran transformación en el mundo de la comunicación visual tiene que ver con cómo las marcas se vinculan con sus públicos. La publicidad tradicional perdió terreno frente a una nueva lógica: la de la confianza prestada.

Hoy no es la marca la que te habla, es la persona a la que seguís. El contrato ya no es solo comercial, es simbólico. Si Miguel Granados te muestra una sartén, no es solo porque le pagaron: es porque supuestamente la usa, la recomienda, le pone su cara y te lo cuenta en primera persona y además, desde su casa, en su Instagram personal mientras su perro le pasa por atrás. Sin guion (?), espontáneamente, porque es su sartén preferida. ¿Cómo no querer tenerla vos también?

El diseño visual en este tipo de publicaciones muchas veces es mínimo o casi invisible. El foco está puesto en el vínculo: en el tono, en la cercanía, en la sensación de que «esto también podría ser para mí». Y en esa nueva forma de comunicar, se juega otra vez la tensión entre lo estético y lo emocional, entre el diseño como envoltorio y el diseño como puente.

Gaby una de las primeras influencers 😂#EMiAguaEsa

🤥 Posverdad y scroll: leer sin leer.

Nos acostumbramos a consumir información como consumimos imágenes: rápido y sin contexto.
En ese terreno fértil para la inmediatez, crece la posverdad: una narrativa que no necesita ser cierta para ser creída. Lo emocional se impone sobre lo comprobable, y lo que genera impacto circula más que lo que aporta contexto. La verdad se vuelve opcional, y en su lugar queda solo lo que confirma lo que ya creemos. Leemos titulares, no contenidos. Compartimos sin chequear. Opinamos sin saber. Y si el diseño de la publicación tiene aire de «dato confiable», mejor: una tipografía «seria», un fondo oscuro, y ya parece verdad.

El algoritmo no ayuda. Solo nos muestra lo que refuerza lo que ya pensamos. Se vuelve una cámara de eco donde escuchamos versiones distintas de nuestras propias ideas. El otro, el que piensa diferente, aparece solo como amenaza. Y así, se va perdiendo la posibilidad de diálogo. ¿Dónde queda la duda? ¿Dónde queda la pregunta?

🥊 Agresión y anonimato: ¿por qué garpa bardear?

Las redes, en su diseño más profundo, no están hechas para conversar. Están hechas para opinar, reaccionar, acumular clics y likes ♥️. Y en esa lógica, la agresión rinde. Cuanto más extremo el mensaje, más visibilidad. Cuanto más hiriente, más comentarios.

Decimos cosas que jamás diríamos cara a cara. ¿Porque nos sentimos protegidos? ¿Porque buscamos atención? ¿Porque necesitamos marcar un territorio, un punto de vista, un lugar en la manada?

En ese ecosistema, la figura del troll se volvió central. Personas —a veces incluso contratadas— cuyo único objetivo es provocar, agredir, sembrar odio o desinformación. La polémica como estrategia. Algunos incluso pueden darse el lujo de financiar ejércitos digitales que amplifican sus ideas o atacan a quienes piensan distinto. Convertir la agresión en trabajo: una forma más de usar las redes como campo de batalla simbólico, con impacto real.
¿Vamos camino a convertirnos en incels digitales, protegidos por una pantalla, vomitando odio para sentir que existimos?

🏠 Micromundos y refugios: lo que todavía vale la pena.

A pesar del ruido, de la posverdad, del scroll infinito, y del algoritmo que nos encierra en nuestras propias ideas, siguen existiendo espacios donde es posible detenerse a pensar, abrir debates. Lugares más lentos, más honestos, más humanos. Nichos donde el diseño vuelve a tener sentido como herramienta de conversación, no solo de impacto. Donde la estética acompaña al contenido en lugar de disfrazarlo. Donde el intercambio enriquece y se celebra.

Tal vez el futuro esté ahí: en esos micromundos invisibilizados por el algoritmo pero sostenidos por quienes todavía creen que mirar lleva tiempo, que pensar vale la pena y que «mucho texto» no es una excusa válida para abandonar el debate y el intercambio de ideas.


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La comunidad dice...

  1. Jimena dice:

    Me quedo pensando como compatibilizar la viralizacion y los ❤️ con las preguntas fundamentales que planteas:Dónde queda la duda? ¿Dónde queda la pregunta?
    Y otra cosa: vos dónde ves esos micro mundos que aún no resignan texto y reflexiones?

    • No es fácil compatibilizar viralización con pensamiento crítico, porque el algoritmo suele premiar el impacto rápido, el contenido “pochoclero” y lo que no exige demasiado en el plano de lo real o verdadero.

      Los micro mundos para mí existen, aunque se podrían llamar marginales. Y están escondidos. En muchos casos páginas con muy pocos seguidores como notas de “Medium” que según tus intereses podes personalizar para que te lleguen los extractos a tu mail (recomiendo esta plataforma. Debe ser una de las pocas en la que se copan y escriben estilo mucho texto y tienen un sistema de comentarios amigable).

      Hablando de ejemplos puntuales, sigue sorprendiéndome El Gato y la Caja, (soy reiterativa y pesada). Datos tratados seriamente, se proponen preguntas, abren conversaciones y no dejan de lado la comunicación visual. (Y tienen una comunidad con muchas ganas de participar).
      Revista Barcelona se me ocurre como otro ejemplo que desde el absurdo y la ironía obliga a una lectura crítica, a una decodificación, una reflexión. (aunque claro, también debe haber quienes lo consumen de forma literal).

      Me parece que sostener estos espacios o inclusive crear nuevos es indispensable. Y si diseñar es compartir con otro, como hablamos en el otro post, entonces también podemos pensar en todos esos espacios del mundo offline donde se intenta construir refugio para el pensamiento, la conversación, el encuentro y el intercambio. Hay todavia algo de esperanza ahí. ¿No?

      Y este blog, humildemente, también intenta ser parte de esos micro mundos. Un lugar para ampliar los márgenes del diseño y pensarlo como un campo que atraviesa lo cotidiano, nuestras formas de mirar, de vincularnos, de habitar. Mi intención es abrir preguntas con lo que escribo (ya que estoy más llena de dudas que de certezas), compartir reflexiones y debatir, más allá de lo estrictamente visual o técnico. Porque el diseño —al menos como yo lo entiendo— puede ser también una forma de pensar el mundo. 😊

      ** otras páginas q se me ocurren: Anfibia, Crisis, Aeon.co, Latfem, Longreads, y puedo seguir un rato largo si empiezo a revisar todos los newsletters que me llegan por semana (soy vintage, me suscribo a newsletters)

Charlemos..

(tu mail no va a ser publicado, solo tu nombre)

POR
DISEÑADORA GRÁFICA (UBA)
• 21 Jul 2025

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